PABLITO TE LA COMPRÓ

Medellín, Diciembre del 2012. Atlético Nacional 1 La Equidad 0.

A Medellín la conocen como la ciudad de la eterna primavera. La cercanía a la línea ecuatorial le concede el calor. La altura de su valle le da el frescor. No hay mejor turismo que el que se hace desde dentro, con alguien del lugar. En Medellín tengo la suerte de coincidir con David, compañero de casi todo durante unos años en Barcelona, pero nacido, criado, estudiado y callejeado en Medellín. David es hincha del Atlético Nacional, uno de los dos equipos de Medellín. El otro equipo de la ciudad es el Deportivo Independiente de Medellín (DIM). El campeonato colombiano del 2012 acaba en diciembre, y a finales de noviembre está que arde. Dos grupos de cuatro y el campeón juega la final a doble partido. En el grupo del Atlético Nacional, los cuatro equipos llegan a la última jornada con posibilidades de clasificarse para la final. El Atlético Nacional juega en casa la última jornada. A David no tuve que convencerlo para ir al partido.

—¿Vamos compadre?

—Listo hermano.

David consiguió las entradas en el estadio y tras un almuerzo en el centro comercial Éxito de la Avenida Colombia, dejamos a nuestras familias con un cafetico y un pan de bono en la mano, y nos fuimos al estadio Atanasio Girardot, que tiene capacidad para 41000 almas. De camino al estadio paramos en el puesto callejero de una señora que vendía camisetas de fútbol. Cuando empezamos el regateo la señora nos contraataca con su primer argumento.

—Con el verde (color del Atlético Nacional) no rebajo. Aquí lo que vende es el verde. Por una del rojo (color del DIM), vendo cinco del verde.

Le sonreímos y le pedimos que se ablande que igual le compramos dos en lugar de una. Nos devuelve la sonrisa y entramos de nuevo en el juego. Yo me compro la del Atlético Nacional contemporánea, a rayas verdes y blancas, similar a la del Betis. Mi compadre se compra una histórica, la camiseta con la que el Atlético Nacional ganó la Copa Libertadores en 1989, de manga larga y con el número 2 a la espalda. Ese número correspondía a Andrés Escobar, asesinado en Medellín semanas más tarde de que marcara un autogol en el Mundial de USA 1994. Hay mucha historia detrás de esta camiseta.

Para conocer el contexto histórico del asesinado de Andrés Escobar recomiendo el documental sobre el narco-fútbol colombiano en los años 80-90 que se llama “Los dos Escobar”. Ahí también explican como el malo malote de Pablo Escobar fue presidente del Atlético Nacional, lo que hizo posible que el club pudiera contratar a grandes jugadores. Con Pablo de presidente, el Atlético Nacional ganó su primera y única Copa Libertadores en 1989 contra el Olimpia de Paraguay. Esa copa es motivo de orgullo de los aficionados blanquiverdes, y también diana de la afición del DIM, el otro equipo de Medellín, que le cantan a Nacional «…que vos pagaste por ser campeón. Pablito te la compró, te la compró, te la compró».

 

 

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Equipo que ganó la Libertadores en 1989

En aquella época Pablo compraba muchas cosas, incluso era dueño del DIM. Cuentan que estando encarcelado, en la prisión que el mismo se diseñó a medida, llevó a la selección nacional a jugar una pachanga con él y sus compadres en el patio de la cárcel. Pero lo cierto es que el plantel del Atlético Nacional de aquella época tenía calidad suficiente para ganar esa copa por si solo. En aquel equipo jugaban Lionel Álvarez, Asprilla, Andrés Escobar e Higuita.

Más tarde, en 1995, el Atlético Nacional llegó a otra final de la Libertadores, ya sin la sombra de Don Pablo que fue cosido a balazos en los tejados de Medellín en 1992. Perdió la final contra Gremio de Porto Alegre, pero en las semifinales ocurrió algo extraordinario. Atlético Nacional eliminó a River Plate ganando 1-0 en Colombia con un gol del portero René Higuita de libre directo. René, para ir a tirarle esa falta a River con 0-0, y en la ida, debía tener unos huevos como los del caballo de Espartero —si alguien está interesado en medir el alcance de la metáfora, Espartero y su caballo están esculpidos en piedra en la Calle de Alcalá de Madrid—. René amplió su leyenda ese mismo año cuando hizo la parada del escorpión, ante Inglaterra y en Wembley nada menos. Ver videos de René Higuita invita a la reflexión sobre el sentido del fútbol como herramienta global de diversión, y no de negocio o de guarida de orgullos patrios. En nuestros días, si algún jugador hace un malabarismo se interpreta como una falta de respeto al adversario. Lamentablemente, en la actualidad, sobre el césped existe más orgullo que alegría. También es cierto que la alegría no va siempre en la dirección que a uno le gustaría. En el mundial de Italia 90, Higuita se puso a regatear al Roger Milla en el centro del campo. Milla le quitó el balón, marcó el 2-0, y millones de personas contentas…en Camerún.

Después de comprarnos las camisetas, que no eran las oficiales por supuesto, nos las ponemos y caminamos por los alrededores del estadio curioseando en las modernas instalaciones deportivas. Paramos en un puestecito a tomar un Guarapo, que es un exquisito zumo de caña de azúcar con lima y hielo, exprimido con un aparato que parece una máquina de coser del siglo XIX —incómodo en una cocina, vamos—. Pasamos frente a otros puestos de camisetas y enganchados al vicio de regatear, paramos a preguntar.

—¿Qué cuesta esta camiseta patrón?

—30000 pesos.

—No hombre, está muy cara.

—¿Cómo así? Cara es esa que llevas puesta que es la oficial.

Orgulloso de mi compra anterior, luzco mi perfecta falsificación de camiseta “oficial” por los bares donde la gente come y mira en la televisión un partido del Atlético de Madrid. En los bares se bebe cerveza y se comen cosas como Arepas de queso, Chuzos de pollo, Picadas, Costilla y Cañón, y Oreja de cerdo. Los goles de Falcao no paran de caer en el televisor. Hace cinco, y el Atlético gana 6-0 al Depor. «Choque esos cinco, tigre», titulaba la noticia el diario colombiano “El Mundo” al día siguiente. Aunque lo de “Tigre” nace de una broma cuando jugaba en River Plate, el apodo felino es de lo más acertado para Falcao. Otro felino, el puma, era adorado por los indígenas colombianos por su elegancia y eficiencia en la caza. Por ello, los indígenas hacían figuras de oro con rostro de pumas. Los españoles concluyeron que esas figuras eran cultos al diablo y las hornearon para hacer bloques de oro para el rey, el clero, los adelantados, y los piratas que se adelantaban.

Entramos al estadio y vemos el fondo sur repleto de hinchas. En una pancarta gigante se lee «Los del Sur siempre presentes». También hay pancartas más pequeñas con los nombres de barrios: Bello, Milagrosa, Rionegro, Montería. Por encima del estadio asoman las colinas que rodean Medellín, algunas totalmente recubiertas de casas y estrechos callejones. Pega el sol de frente y, como el colombiano es un especialista en el rebusque, al poco rato pasan varias personas vendiendo viseras baratitas con los colores del Atlético Nacional. Irremediablemente compramos dos.

Salen los equipos. Atlético Nacional se enfrenta a La Equidad, el tercer equipo de Bogotá. Cuando los equipos están en formación suena el himno Nacional de Colombia, cosa que me agrada, pero lo cierto es que al público no se le ve muy entusiasmado. No son los americanos que lo cantan hasta sirviendo la sopa, pero no son como los españoles que parece que si te emocionas con el himno de tu país eres un facha y un rancio. Después del himno nacional, suena el himno de su región, Antioquia, y aquí sí que se viene la gente arriba. Se levantan de sus asientos y cantan:

¡Oh libertad que perfumas

las montañas de mi tierra,

deja que aspiren mis hijos

tus olorosas esencias!

¡Oh Libertad, Oh Nacional!

Mi amigo David no solo se sabe el himno, sino que canta sin titubeos el resto de las canciones de la Curva Sur. Yo me quedo sorprendido de que recuerde esas canciones después de tantos años fuera de Medellín. Después pienso que yo aún recuerdo el «Señor, me has mirado a los ojos» de misa, y muchas otras cosas de mi niñez. La mochila de la infancia va cargada de cosas que ni nos acordamos de que están.

La eliminatoria estaba de la siguiente manera. Los cuatro del grupo podían quedar campeones y llegar a la final de la liga. Para que Atlético Nacional pasara a la final necesitaba ganar, y que el DIM no ganara en su visita a Itaguí, una ciudad pegada a Medellín.

En el minuto 1, Fernando Uribe marca de cabeza el primer gol para Atlético Nacional. Buen jugador este Uribe. Tiene 24 años, fue máximo goleador colombiano con Caldas, y después de un paso discreto por Italia (Verona), lo ha contratado el Atlético Nacional.

Atlético Nacional gana 1-0 y por lo tanto está en la final mientras el DIM siga empatando. La afición no para de cantar durante los 90 minutos. Este es uno de sus cantos:

Vamos verdolagas* aquí está tu gente,

la que te sigue y alienta siempre,

donde vayas siempre estaremos,

vos sos mi vida, ¡lo que más quiero!.

Dale ve, dale, ve, dale ve, dale ve

* Verdolaga, Portulaca oleracea, es una planta cuyo nombre se usa como apodo de los seguidores de dos equipos de colores blanco y verde, el Atlético Nacional de Colombia y el Ferrocarril Oeste de Argentina.

Pasan los minutos y Nacional tiene el partido controlado. Equidad no hace daño. En Nacional, el dorsal 16 se llama Medina y se come todo el centro del campo. Un Gattuso colombiano. Tiene voracidad por robar balones. La afición se lo premia cantándole «Medina tiene huevos, Medina tiene huevos».

Con el balón en los pies, el tiempo del equipo lo marca Magnelly Torres, que es internacional con Colombia. A ese negrito de gusto verlo controlar y repartir la bola. Es el número 10. El diez de Equidad también hace de diez y se llama Stalin Motta. Mientras en Europa la figura del diez tiende a desaparecer, Latinoamérica se resiste a perder ese jugador líder, libre por el medio del campo, que se deja ver por la media luna del área, que lleva el ritmo del partido, y que reparte los balones a sus compañeros como una madre reparte panecillos a sus hijos. Todos lo esperan, y casi siempre está. Maradona, Riquelme, Francescoli, Cuauhtémoc Blanco, Platiní, Hagi, Zidane, Pirlo, o Burrito Ortega. El 10 está en constante peligro de extinción, y ojo que el fútbol moderno ya ha extinguido cosas bellísimas, como cuando desapareció la posición de líbero al retirarse Franco Baressi.

El Atlético Nacional marca el 2-0 en el minuto 92. También lo marca Uribe, tras regatear al portero. El DIM sigue empatado en el minuto 91 de su partido y la afición verdiblanca se ve en la final. Abrazos, camisas fuera, saltos, canticos a toda voz…y de repente, el silencio. Como si una marcha fúnebre hubiera aparecido por el centro del Atanasio Girardot. Las radios anunciaban que el DIM había marcado en el tiempo de descuento. El juvenil del DIM Ray Vanegas, que debutaba como profesional, salió al campo para jugar los últimos 20 minutos. En el minuto 92, la gloria, tras salir desde el banderín de córner y ser peinada por un compañero en el primer palo, pasaba en forma de balón a 5 centímetros de su cabeza. Incompresiblemente estaba solo. Ray dio un pasito para adelante y puso la cabeza para ser héroe por unos días.

El silencio en el Atanasio Girardot ponía la piel de gallina. Detrás de nosotros, un señor con los auriculares puestos, escondía desconsolado la cara entre sus manos. David mantiene las manos en la cabeza mientras observa el triste panorama.

Al salir del estadio, un aficionado del Nacional descarga su rabia contra una papelera vaciándola en la calle. A los 30 segundos lo vemos regresar a la papelera escoltado por dos policías y un perro. Se agacha y comienza a colocar de nuevo la basura en la papelera.

Nos alejamos del estadio caminando por la avenida Colombia en dirección al centro. Subimos a un pequeño bus (buseta) que nos lleva a la Avenida de la Playa donde hemos quedado con nuestras familias para ver el alumbrado pre-navideño. En la buseta suben unos chicos disfrazados y hacen una obra de teatro exprés que hace reír hasta a los que llevan la camiseta blanquiverde. Al llegar al centro, matamos tiempo en una terraza tomando una Club Colombia fresquita mientras vemos el partido de Millonarios. Millos gana y acaba metiéndose en la final a doble partido que más tarde ganaría al DIM para ser campeón después de 24 años de espera.

Entre tragos de cerveza reflexionamos sobre la volatilidad de la alegría y la tristeza en el fútbol. El gol de Ray Vargas en el minuto 92 que hace felices a unos y entristece a otros. Atanasio Girardot, además de dar nombre al estadio de Medellín, ilustra con su historia ese paso del todo a la nada en un segundo. Atanasio fue capitán de Simón Bolívar, y tras ganar una batalla al ejército realista capitaneado por el tinerfeño Domingo Monteverde, murió al recibir un balazo cuando, ya tomado el cerro de Bárbula, se disponía a colocar la bandera nacional en lo alto del cerro.

 

OTROS VIDEOS:

El escorpión de Higuita en Wembley:

Gol del Medellin en el descuento:

Himo de Antioquia cantado en el Atanasio Girardot

Resumen del partido: