¿Dónde se encuentran las mascarillas?
El fútbol de mi infancia cayó de pleno en los años ochenta. En el barrio de Santa Eulalia de Murcia, los niños jugábamos al fútbol en el aparcamiento del estadio La Condomina. Allí, sobre una superficie llena de piedrecitas, que rompían pantalones como si fueran de papel, hacíamos partidos que acababan cuando se marchaba el dueño de la pelota o la luz del sol. El mundo se reducía al barrio y a pocas calles más. Inglaterra era la luna, Madrid estaba en Groenlandia y Alicante quedaba al otro lado de los Pirineos. Mis primeras botas de fútbol, de marca no reconocible, las compré en la única tienda de deportes de mi mundo, que era Deportes Reina. Es posible que la primera noche durmiera agarrado a ellas, con ese olor narcótico mezcla de plástico nuevo y piel barata. Me parecían bien bonitas, pero otra cosa era cuando me las calzaba. Las botas de fútbol actuales se adaptan a tu pie como un guante. En los ochenta, era tu pie el que se adaptaba a la bota. Tu pie se iba deformando poco a poco, aparecían llagas que cubrías con tiritas, pero la bota permanecía estructuralmente impávida. Más adelante, conseguí que me compraran unas botas Marco, las más caras de la tienda de mi mundo, y eso significaba ganarte el respeto cuando salías a jugar a un campo. Las Marco ya deberían de tener algo de piel porque recuerdo cuidarlas dándole pasadas de grasa de caballo. Con mis Marco estaba feliz. Pero llegó un día en que, cuando pensaba estar en la cumbre con las botas Marco, aparecieron chicos con botas Patrick o Adidas Copa Mundial. Botas que en mi mundo no se vendían.
Algo parecido me está pasando estos días con las mascarillas. El otro día, en la verdulería, mientras yo me cubría boca y nariz con una braga de cuello de las que nos ponemos en invierno, vi a un tipo que llevaba una mascarilla con una válvula frontal, doble costura en los bordes, y unas gomas negras guapísimas. ¿Dónde consiguen las mascarillas? En las farmacias de mi barrio no las venden. Treinta años más tarde, mi mundo ha vuelto a reducirse a mi barrio—ahora el Poblenou de Barcelona.
La pirámide invertida
¿Son necesarias las mascarillas, o no? Se escuchan mensajes contradictorios y, en consecuencia, hay algo de confusión sobre este tema. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su web, dice que las personas sanas necesitan llevar mascarillas SOLAMENTE si están cuidando a alguien infectado, o si se está tosiendo o estornudando. Este mensaje de no comprar máscaras si no son necesarias ha sido reforzado por autoridades de distintos países, como Jerome Adams — Surgeon General de USA— que escribió en un tweet desesperado: «EN SERIO. NO COMPRAR MÁS MÁSCARAS. NO SON EFICIENTES PARA EVITAR QUE EL PÚBLICO GENERAL SE CONTAGIE CON EL VIRUS».
Estos consejos han sido criticados por varios especialistas argumentando que hay mucha gente contagiada sin síntomas que pueden contagiar a otros. Lo que parece estar detrás de estos consejos de las máximas autoridades de salud nacionales y planetarias, es que no se agoten las máscaras para la gente que más las necesita. De alguna manera, parece ser que las autoridades quisieron invertir la pirámide de posesión de mascarillas. Con el pánico inicial, algunas personas y gobiernos formaron la base de la pirámide haciendo acopio de mascarillas sin que para ellos sea una primera necesidad, quedando el personal que de verdad las necesita en el vértice de la pirámide. Hay que recordar que muchas de estas mascarillas son desechables, por lo que en lugares como hospitales necesitan una aportación continua. Quizás la única manera de invertir esa pirámide, y que los que más mascarillas tengan sean los que más lo necesitan, era decir que las mascarillas no son imprescindibles para protegerse del coronavirus. Pero invertir una pirámide lleva tiempo, como llevó décadas darle la vuelta a la pirámide de la táctica en el fútbol.
A finales del siglo XIX, en Inglaterra, el Cambridge University AFC y el Nottingham Forest fueron los primeros equipos en emplear una estructura piramidal como táctica —1 portero, 2 defensas, 3 centrocampistas, 5 delanteros—. Jonathan Wilson escribió un libro sobre la evolución de la táctica en el fútbol, donde explica cómo se invirtió la pirámide durante el siglo XX, para acabar jugando, por ejemplo, con cinco defensas, tres centrocampistas y dos delanteros. El libro en castellano se llama “La pirámide Invertida” (publicado en 2008), una mala traducción, ya que en inglés es Inverting the Pyramid (invirtiendo la pirámide). No parece que la OMS haya invertido la pirámide porque algunos gobiernos y personas siguen en psicosis acumulando mascarillas en exceso, limitando el abastecimiento de lo que están luchando en primera línea contra la COVID-19.
¿Cómo invertir la pirámide de posesión de mascarillas?
Con los antecedentes de egoísmo que tiene nuestra especie, invertir la pirámide puede tomar como mínimo las décadas que llevó al fútbol moderno para evolucionar del 2-3-5 al 5-3-2. La solución está pasando por olvidarnos de la pirámide e ir a por el cubo. Sí, el cubo. Mascarillas para todo Cristo y así evitamos pirámides. Para eso habría que aumentar la producción, y eso ya se está haciendo en plan industrial, adaptando fábricas para la fabricación de mascarillas, y también gracias a iniciativas de organizaciones locales—como la Asociación de Vecinos de Fuente Librilla (Murcia)— y de individuos —como mi primo Ernesto—, que han sacado la máquina de coser del trastero. Acuérdate también de todos ellos cuando salgas al balcón a aplaudir.
Tipos de mascarillas
Como aficionado al fútbol, las máscaras que conocías eran las que se ponían los jugadores cuando tenían que protegerse el cráneo o la nariz. Algunas de esas máscaras han sido míticas. Con el rostro enmascarado, Lewandowsky se hizo un delantero aún más temible. Ballack llevó una máscara que parecía Hannibal Lecter, el psicópata de la película El silencio de los corderos. Hubo una temporada que había tantos jugadores del Chelsea con máscara —Cahill, Azpilicueta, Matic y Costa—, que su entrenador, Guus Hiddink, antes de un partido contra el Newcastle, llegó a decir que parecían el equipo de “El Zorro”. Esas máscaras de futbolistas están hechas con una tecnología exquisita. Se escanea el rostro del jugador y se imprime en 3D una máscara a medida de un material llamado UTEM9085, una fibra que también se usa en la industria aeronáutica. Ahora nosotros estamos en otra onda y necesitamos mascarillas a gran escala si queremos convertir la pirámide en un cubo. Pero, ¿qué tipo de mascarillas necesitamos?
La costumbre de usar mascarillas cuando una persona tiene una gripe o similar está muy arraigada en la cultura de algunos países asiáticos. Lo hacen principalmente para no contagiar a otros. Pero en Occidente somos de otra manera. Muchos de los que llevan mascarilla en el supermercado solo están pensando en no contagiarse ellos, que ya nos conocemos. Son Gatussos con espinilleras.
Las mascarillas se podrían clasificar en dos grandes clases: (i) las que tapan principalmente lo que sale (lo que exhalas), y (ii) las que además protegen muy bien de lo que entra (lo que inhalas). Te adelanto una buena noticia: todas las mascarillas, en mayor o menor medida, ayudan a no contagiar y a que no te contagies.
Dentro de la primera clase están las máscaras quirúrgicas, esas azulitas o verdosas que se ponen los médicos para no infectar mientras operan, bloqueando los microbios que pudieran salir de la boca 0 de la nariz. Las mascarillas que puedes hacer en tu casa con cualquier tela, también podrían servir, con mayor o menor eficacia, para esta misión. Esta clase de mascarillas son adecuadas para uso rutinario de la población en general. En términos futbolísticos, sirven para intentar evitar no meter gol a nadie.
El segundo tipo de máscaras son las respiratorias, las que además filtran el aire que respiras del exterior. Estas son ideales para que no te cuelen un virus, para que no te metan gol. Por lo tanto, son las adecuadas para el personal sanitario en contacto con pacientes de COVID-19. Dentro de esta categoría hay varios subtipos según su capacidad para filtrar partículas. Digamos que una FFP3 es tener a Oblak de portero defendiéndote el arco buconasal. Luego están las FFP2 y las FFP1, con una peor eficacia de filtración de lo que te llega. Si una FFP3 es Oblak, una FFP2 podría ser Keylor Navas, un muy buen portero, pero que no es Oblak.
FFP3 y FPP2 son estándares europeos, que se corresponden con los americanos N99 y N95, respectivamente. Todas estas mascarillas te pueden parar hasta un estornudo a bocajarro. Por debajo de estas categorías de máscaras reguladas, una mascarilla casera improvisada podría ofrecerte el nivel de protección de Luis Ricardo Guevara Mora, que fue el portero de El Salvador en el Mundial 82. El pobre Guevara recibió diez goles de Hungría en su debut mundialista. Esto lo podría haber evitado el portero suplente, pero cuando lo mandaron a calentar con 6-0 en el marcador, dijo que él no salía, que eso de debutar en un Mundial estaba sobrevalorado.
En un artículo científico del 2008, se estudió metódicamente la capacidad de los distintos tipos de máscaras para protegerte de lo que inhalas, y proteger al resto de lo que exhalas (Van der Sande et al, 2008). Este artículo concluye que las máscaras N95 (o FPP2) o superiores son mucho mejores para filtrar lo que te entra, pero que a la hora de contener lo que exhalas al exterior, los distintos tipos de mascarillas están más parejos. Ocurre que en esta investigación usaron partículas con diámetros desde 0,02 hasta 1 micrómetro —la milésima parte de un milímetro—, y sabemos que el SARS-CoV-2 tiene alrededor de 0,1 micrómetros de diámetro. Por lo tanto, en el estudio del equipo de Van der Sande se lanzaron algunos penaltis a las mascarillas con pelotas de tenis o de golf y, claro, colaron más goles de lo normal.
Recientemente, un grupo de científicos chinos corrigieron ese problema del tamaño de la pelota usando un virus de la misma forma y tamaño que el SARS-CoV-2 para estudiar su capacidad de atravesar distintos tipos de máscaras(Ma et al, Journal of Medical Virology 2020). En dicha publicación, Jan Oblak, tal y como se esperaba, tuvo una actuación extraordinaria. FPP3 Oblak atajó el 99,98% de los micrométricos balones. La agradable noticia es que la máscara quirúrgica atrapó el 97.14% de los esféricos virus. El rendimiento de la máscara quirúrgica fue mucho mejor de lo esperado. Fue algo así como poner a Iker Casillas de portero, y que haga un partidazo a pesar de estar ya retirado. Una sorpresa agradable, pero tampoco tan extraña.
Sin duda, la gran sorpresa de este trabajo de investigación fue la máscara casera Guevara, que hizo callar a sus críticos parando el 95.15% de las micropelotas. Eso sí, en este experimento se usó un Guevara trabajado, con un trozo de tela y hasta cuatro capas de papel de cocina. Los científicos remarcan que lo del papel de cocina entre la tela y la boca es una muy buena opción, ya que el papel de cocina lo puedes renovar cada vez que la uses.
En resumen, resulta que una mascarilla casera, en términos de pararse un disparo a portería (un estornudo), es muchísimo mejor que dejar la portería vacía, y puede parar más virus de los que te imaginas si no te chutan desde demasiado cerca.
Datos de Ma et al, 2020 sobre figura modificada de un artículo de Sui Huang en www.medium.com
Saber jugar
El director general de los centros de control y prevención de enfermedades (CDC) de China, George Gao, ha alertado a Europa y a USA de que la gente no se pone la mascarilla con la frecuencia que debería. Esto posiblemente cambie, con la velocidad supersónica que cambia casi todo lo relacionado con la COVID-19, y quizás pronto sean obligatorias en algunos espacios públicos. Ya lo comienzan a sugerir distintos organismos locales y nacionales, y algunos científicos de prestigio como el grupo de vacunas de la Universidad de Oxford en un reciente publicación en The Lancet Respiratory Medicine.
Para ir cerrando este escrito, recuerda que no solo te debe importar el que tú te contagies. La situación ideal para todos es que tú no metas ningún virugol ni que te lo metan. Sería como pactar un empate con los ciudadanos que te encuentres. Un biscotto, que es como llaman los italianos a un amaño. Hagamos trampa al virus, quedémonos en casa y firmemos el empate, como el famoso biscotto del Suecia-Dinamarca en la Eurocopa del 2004. En ese partido, con un empate que clasificaba a los dos equipos y eliminaba a Italia, los veintidós vikingos del campo estuvieron los últimos minutos del partido pasándose el balón en horizontal, como monjitas de la caridad, para no infectar ni ser infectado con un gol. Lo más chistoso de aquel biscotto, fue usarlo contra Italia que era quien lo había inventado. Biscotto, galleta en italiano, viene de cuando se amañaban carreras de caballos dándole galletas a los caballos antes de correr.
Por último, cuando te pongas una máscara, sea la que sea, intenta usarla bien. No te toques demasiado la cara para ajustártela. Lávala si es lavable. Recuerda que es una herramienta más contra el virus, pero no es la única ni la mejor. Aunque tengas a Oblak, en algunas ocasiones también puede que necesites a los defensas del Atlético de Madrid, una táctica 1-9-1, y a Simeone chillándote desde la banda. La táctica 1-9-1 es lavarte las manos con jabón con frecuencia, estornudar en el codo o en un papel que vaya luego a la basura, y guardar una distancia mínima de metro y medio con la gente al salir de casa. No te confíes demasiado por llevar mascarilla. Las mascarillas, como las botas Adidas Copa Mundial, no juegan solas.
@raticosdefutbol
Referencias:
van der Sande M, Teunis P, Sabel R. Professional and home-made face masks reduce exposure to respiratory infections among the general population. PLoS One. 2008 Jul 9;3(7):e2618.
Ma QX, Shan H, Zhang HL, Li GM1, Yang RM1, Chen JM. Potential utilities of mask wearing and instant hand hygiene for fighting SARS-CoV-2. J Med Virol. 2020 Mar 31. doi: 10.1002/jmv.25805.
Shuo Feng, Chen Shen, Nan Xia, Wei Song, Mengzhen Fan, Benjamin J Cowling. (Oxford Vaccine Group, University of Oxford, Oxford). Rational use of face masks in the COVID-19 pandemic. Lancet Respir Med . March 20, 2020
Agradecimientos: Carmen Núñez por revisión ortográfica. Pedro Gómez, Andrés Martínez, Salvador Romaní, Francisco Ortín, Carles Pedrós, Abraham Esteve y Ángel Hernánsaez por sus comentarios como lectores cero,
ANEXOS:
Como hacer una mascarilla casera con papel de cocina
Figura original de Sui Huang en www.medium.com , hecha con datos de Van der Sande et al 2008.
Tabla de resultados del artículo de Ma et al, 2020
Fragmento del artículo de Ma et al, 2020
Hungría 10 – El Salvador 1. Mundial 82
Estos doce artículos semanales fueron pulidos y estructurados en 30 capítulos para el libro «Raticos de Coronavirus».