EUSKAL HERRIA TXAPELA

Athletic Club 1 – Real Sociedad 0

5-agosto-2022

Llevo días desayunando en el Oleta, un bar de Luiaondo (Álava). Tiene una terraza con unas mesas al sol y otras a la sombra. Está al lado de una carretera que para un lado te lleva a Llodio y para otro a Amurrio. Pases a la hora que pases hay gente en la terraza del Oleta. La gente habla con los de la mesa de al lado, con los que pasan caminando, con la camarera tras la barra. A diferencia de los bares de ciudad, hay más gente mirando a la cara de otra gente que mirando a pantallas. Cada mañana pruebo un pincho de tortilla diferente. Ese es el nivel máximo de responsabilidad que uno debería tolerar en sus decisiones durante vacaciones, decidir si tomar el café con la tortilla de bacalao o con la de cebolla. Con la de pimientos, o con la de morcilla. Bien pochaditas todas. Ayer me tocó tomar otras decisiones de bajo riesgo que despaché con gusto: qué vinos comprar tras visitar la bodega de Astobiza y dónde sentarme en el estadio de Lasesarre (Barakaldo) para ver la final de la Euskal Herria Txapela.

La Euskal Herria Txapela es una especie de Copa Vasca. Para ser precisos, sería la Copa de Hegoalde. Euskadi es el País Vasco tal cual lo conocemos (Álava, Vizcaya, Guipúzcoa), Euskal Herria incluye Navarra y las regiones del País Vasco francés, y Hegoalde es el País Vasco más Navarra. Como no quedan prácticamente fechas para disputar más campeonatos, se pensó que la final de la Copa Vasca la jugaran durante la pretemporada el primer y segundo clasificado de Hegoalde en La Liga. Parece una buena idea. La Copa de Cataluña se disputa desde 1984 con un sistema más clásico y esto hace que los equipos grandes jueguen con jugadores del filial. El año pasado la final la jugó el Hospitalet contra el Llagostera.

La primera final de la Euskal Herria Txapela se jugó en el verano de 2017 y salió regular. La jugaron el Athletic club y el Alavés pero ninguno de los dos pudo ganarla porque el árbitro, en un acto inaudito, dijo que el partido se acababa en el minuto 88 con empate a dos después de que se formara una tangana entre los jugadores y Alexis, central del Alavés, le tocara la cara. El árbitro hizo ese paseíllo de poder que todos hemos visto en algún momento de muestra infancia cuando el amo del balón se lo llevaba a su casa y nos dejaba a todos plantados y con cara de tonto. Un acto de tiranía y de grandeza a la vez. Así que la primera entrega de trofeos, una copa y una txapela (boina típica vasca), tuvo que esperar hasta que en el 2018 ganará el Athletic a la Real Sociedad en Irún. En años sucesivos la ganaron el Eibar, la Real Sociedad y Osasuna (2019, 2020, y 2021 respectivamente).

Barakaldo está junto a Bilbao, al otro lado de la ría, tan cerca que se puede llegar en metro. Con tres de mis sobrinos camino desde un parking en el centro del pueblo hasta el estadio. En los bares se mezclan aficionados de los dos equipos. Huele a fútbol. El cielo está nublado y con nubes negras amenazando lluvia. Me fijo en que somos los únicos que llevamos paraguas. Es lo que tiene haberse criado en una región seca, cualquier nube parece una amenaza. Los tendederos que asoman por las ventanas de los pisos están cubiertos. Una cosa es que a los vascos no les importe mojarse, y otra cosa es que se les moje la ropa tendida.

El estadio de Lasesarre es un estadio coqueto y moderno donde caben casi 8000 espectadores. En los fondos de las gradas se ven colgadas pancartas de colores negros y amarillos, los colores del Barakaldo. “Baraka Footbal Madness”, “Colectivo Gualdinegro”. La camiseta del Barakaldo es similar a la de Peñarol de Montevideo, a rayas negras y amarillas. Colgada en una pared de la Grada Este descubro una bandera de Peñarol desgastada por el tiempo. Leo que hay un hermanamiento entre los dos equipos desde los años 50 y que llegó a existir una “Peña Peñarol” en Barakaldo. Hoy en día, el Bar Peñarol pone pinchos y cañas en la calle Murrieta de Barakaldo, frente a la estación de tren.

Las entradas no están numeradas, por eso hay que elegir donde sentarse. Cerca del campo se siente mejor a los futbolistas, hasta se les escucha. Por otro lado, la perspectiva del campo es mejor desde arriba. Las dos opciones son buenas. Cero responsabilidad, que estamos de vacaciones. Decidimos sentarnos cerca, por la fila seis.

Algo sorprendente es que la Real Sociedad había jugado por la mañana otro amistoso contra el Eibar (perdió 1-2). Cosas del fútbol moderno. Como a veces cuesta dar minutos a toda la plantilla durante la pretemporada, algunos entrenadores prefieren jugar dos partidos el mismo día en lugar de uno. En la misma línea, el Athletic jugaba a la mañana siguiente. En la Real Sociedad se echa de menos al capitán Oyarzabal, aún lesionado del ligamento cruzado, y a David Silva y a Isak, que habían jugado el partido de la mañana. El Athletic sale con un equipo bastante reconocible.

Me esperaba algo más de protocolo al inicio del partido, pero no. Se hizo un pasillo a Gorka Irazoz, portero retirado del Athletic, y se le dejo hacer un triste saque de honor. Ni un breve Aurresku (danza vasca que se baila a modo de reverencia) en el día de la Euskal Herria Txapela. Me extraño no ver ni una Ikurriña en el estadio. Tenía grababa en la memoria esa imagen icónica de Kortabarria e Iribar saliendo a Atocha con la ikurriña en la mano cuando aún era ilegal. Aquel “Derbi de la Ikurriña” fue en diciembre de 1976, y cuarenta días más tarde la ikurriña fue legalizada. Posiblemente el hecho de que Franco muriera en noviembre de 1975 ayudó al tramite. Hay personas que cuando mueren los que descansan en paz son los que se quedan.

Del Athletic me sorprendió positivamente Sancet. Los hermanos Williams pasaron por nuestro lado un par de veces como cohetes. Por el lado de la Real, debutó Take Kubo vigilado por el zoom de un fotógrafo japonés. Me pareció muy endeble, caía al suelo en la mayoría de los choques. Messi tiene una altura parecida y para que se caiga le tienes que torpedear. No sé como se entrena eso.

Ganó el Athletic 1-0 con gol de Vesga, un remate de cabeza de espaldas a la portería. Los bocadillos del descanso fueron de jamón serrano con lonchas de queso semicurado, con un chorrico de aceite de oliva virgen sobre pan rústico. Una combinación que nunca falla. Nuestros vecinos vascos exhibieron bocadillos de gran calibre. En esta tierra son cosa seria para las cosas del comer. Cuando se pide algo en un restaurante mejor preguntar antes cómo es de grande porque de un plato pueden comer tres.

Al acabar el partido saltaron un par de niños al campo, después cuatro más, y luego otros ocho o diez algo mayores, y así hasta que hubo invasión de campo a la que se sumaron mis sobrinos para cazar selfies con los jugadores. Izan, tras dar un salto side-flip sobre la hierba, se hizo una foto con Zubiaurre (portero del Athletic). Lucas con Raul Garcia, Zárraga y Jon Morcillo, y David estaba tan cerca de Muniaín en la entrega de premios que casi le ponen la txapela a él. Desde megafonía se escucho un poco intimidante “por favor, abandonen el campo poco a poco para que se realice la entrega de trofeos”. Un mensaje con menos esperanza que un no a la guerra en Ucrania. A Iker Muniain le dieron la copa y la txapela sobre el césped, rodeado de invasores, y salió del campo en cuando pudo huyendo de un enjambre de aficionados.

Cierro este breve ratico almorzando en el Oleta frente a una coca-cola zero con un pincho de gamba, huevo de codorniz y aceituna. La próxima decisión del día será si darle un abrazo o dos a mi cuñada por la paella que va a preparar, y si echarme una siesta gorda o muy gorda tras el txacoli de Astobiza y el tinto de Guadianeja. En vacaciones, mejor solo enfrentarse a decisiones en las que no cabe el error.

@raticosdefutbol

Resumen del partido