Capitulo 14. CIFRAS DEL SARS-CoV-2: La alegría de Ronaldinho

Cuando nos encontramos con números de muchas cifras, dejamos nuestra capacidad de abstraer arrinconada y acumulando polvo.

«Hay más de cien billones (cien millones de millones) de galaxias, y la nuestra, la Vía Láctea, tiene 300.000 millones de estrellas» habrás escuchado alguna vez.

Ante estos datos, pocos se detienen a contar ceros y a amontonar estrellas en su imaginación. ¡Qué pereza!

La pereza es un pecado capital muy tentador, y con la edad quizás se convierta en el pecado más irresistible. Sin embargo, tanto en el fútbol como en la crisis del coronavirus, nos encontramos con números astronómicos que tienen su jugo cuando, dando la espalda a la pereza, los exprimes.

El último clásico entre el Real Madrid y el Barcelona lo vieron por televisión 650.000.000 espectadores. Tantos ceros dan mucha pereza, pero si ejercitas un poquito el cerebro, y los relacionas con los 7.700 millones de humanos del planeta, te quedas un poco loco al concluir que casi el 10% de la población mundial vio un partido de la Liga española. En el caso de la final del Mundial de Rusia, entre Francia y Croacia (4-2), se estima que al menos 1.120 millones de personas vieron como mínimo un minuto del partido (por su bien espero que ese minuto fuera el del gol de Mbappé, el cuarto de Francia).

Los jugadores de élite posiblemente eviten pensar en estos números para que no les tiemblen las piernas al salir a jugar un partido. Aun así, la presión a veces les puede, y se derrumban. Como le ocurrió a Ronaldo antes de la final del Mundial de Francia de 1998. El día de la final, Ronaldo se echó una siestecita y se despertó con convulsiones por un colapso nervioso. Cuando ya estaba preparado Edmundo para jugar en su lugar, el entrenador de Brasil, Zagalo, decidió que jugara Ronaldo porque su mera presencia elevaba el ánimo de sus compañeros. Ronaldo jugó uno de los peores partidos que se le recuerdan, y Brasil perdió la final 3-0 contra la Francia de Zidane.

Sin embargo, a Ronaldinho nunca pareció importarle la presión ni la cantidad de gente que le estaba observando. Jugaba riéndose de sus aciertos y de sus fallos. El jugador más alegre que he visto nació en Porto Alegre, que ya es casualidad. Allí, en una ciudad de mayoría blanca, el tostado Ronaldinho jugaba al fútbol en la calle con los amigos y en casa con su hermano Roberto. Ronaldinho cuenta que, cuando no tenía humanos con los que jugar al fútbol, hacía gambetas y elásticas a su perro Bom Bom, que debió de morir con la cadera destrozada de comerse tantos regates.

Ante los números de la COVID-19, hay personas que reaccionan como Ronaldo en la final del Mundial de Francia, y otros como Ronaldinho. No sé cómo se te quedará el cuerpo si te digo que, si estás contagiado con el SARS-CoV-2 y te paso un bastoncito por la garganta, puedo llegar a sacar hasta setecientos millones de moléculas de ARN del virus10. Te voy a poner los ceros juntos: 700000000. Y esto lo puedes tener en un puñadito de células epiteliales de tu cavidad bucofaríngea, y sin llegar a tener síntomas10. Otros tantos cientos de millones de virus están en tu mucosa nasal. Por eso es tan importante que, aunque no tengas síntomas, no estornudes ni tosas con gente alrededor, y si lo haces que sea sobre tu máscara o sobre tu codo. Ante la cantidad de virus SARS-CoV-2 que podrías llevar encima, el pánico de Ronaldo no ayuda porque te impide jugar bien. No te digo que vayas todo el día riéndote como Ronaldinho, pero al menos juega tan bien como él y respeta las recomendaciones sanitarias. Si sales, hazlo con mascarilla. Lávate las manos frecuentemente. Si haces las cosas bien, quizás algún día, inesperadamente, te ganes el aplauso de tus vecinos, o de tus compañeros de trabajo. Como cuando Ronaldinho puso al Bernabéu en pie para aplaudirle, durante el Clásico del 2005, tras marcar dos goles que contribuyeron a la victoria del F. C.  Barcelona por 0-3.

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