Capítulo 25. Mujeres: June y Nita

A primeros de abril, para reducir el número de gente en las calles y así combatir la pandemia, el Gobierno peruano decidió que hombres y mujeres salieran a la calle en días alternos. El decreto duró menos de una semana porque los días en que tocaba salir a las mujeres se producían aglomeraciones en los supermercados. Sin embargo, los días en que los hombres podían salir a comprar, los supermercados estaban casi vacíos.

Lo que ocurrió en los supermercados de Perú es una manifestación —reconozco que chistosa— del patriarcado global que, en esta crisis de la COVID-19, está causando más daños colaterales a las mujeres que a los hombres. El Washington Post publicó un reportaje donde editores de revistas científicas contaban que, desde que comenzó la pandemia, las mujeres enviaron a publicar menos artículos de los esperados, mientras que los hombres no. El teletrabajo forzado para los científicos ha sido una buena oportunidad para terminar de escribir artículos con datos de experimentos ya realizados. Al parecer, los hombres han aprovechado mejor el periodo de teletrabajo, seguramente porque la mujer dedicó más tiempo a la educación de los niños y a las tareas de casa. Esto nos indica que, incluso en familias bien educadas, las cosas de casa siguen siendo cosas de mujeres.

Yo lo que haría es meter a Zinédine Zidane en casa de estos hombres educadísimos, que no se consideran machistas, pero que no saben poner la lavadora ni el lavavajillas, ni supervisan las tareas escolares de sus hijos. Zidane les explicaría la importancia de las rotaciones para no quemar a todos los componentes de la plantilla, o de la familia en este caso.

Zidane comenzó a ser entrenador del Real Madrid en enero de 2016, y en mayo ya ganó su primera Liga de Campeones. Al comenzar la siguiente temporada, fue muy riguroso haciendo rotaciones de jugadores. Estas rotaciones hicieron que Cristiano Ronaldo jugara casi mil minutos menos en las temporadas 2016-2017 y 2017-2018. Como resultado, el Real Madrid de Zidane volvió a ganar la Liga de Campeones en el 2017 y en el 2018. Las rotaciones te hacen perder algo individualmente, pero hacen ganar a tu equipo.

La Liga ha puesto todo de su parte para que vuelva el fútbol de primera y segunda división, pero el masculino, que es el que genera dinero. Lo de ningunear el regreso del fútbol femenino también ha ocurrido en otros países, como en Inglaterra, pero afortunadamente no en todos. Por ejemplo, la Bundesliga femenina alemana regresa el 29 de mayo.

El fútbol no deja de ser una proyección de la sociedad. Lo que había ganado el fútbol femenino —mucho recientemente— se pierde cuando las cosas se complican y hay que establecer prioridades. La Federación Española de Fútbol se escuda en que el fútbol femenino no es profesional, lo cual no hace más que ahondar en la herida de la diferencia de consideración entre el fútbol masculino y femenino.

Diversos estudios apuntan a que la COVID-19 afecta menos a la mujer30. Quizás las mujeres tengan un sistema inmunitario o unas condiciones fisiológicas que les favorezcan ante un contagio por SARS-CoV-2, porque, contagiarse, parecen contagiarse igual que los hombres. Curioseando en las estadísticas del Ministerio de Sanidad de España, a fecha de hoy —mediados de mayo—, ha habido más mujeres contagiadas que hombres. Sin embargo, el número de hombres ingresados en la UCI y fallecidos es mayor. El hecho de que haya más mujeres contagiadas se puede deber a la mayor presencia de mujeres trabajando en el sector sanitario, en el sector de la limpieza, o en el cuidado de personas dependientes. La leve ventaja de las mujeres, en cuanto a tener menos complicaciones por COVID-19 que los hombres, se puede deber a detalles fisiológicos que aún no se han determinado con precisión. O, quizás, ese mejor pronóstico de las mujeres se deba a un guiño del SARS-CoV-2 a las congéneres de la descubridora de los coronavirus, June Almeida.

June Almeida nació en 1930 cerca de Glasgow (Escocia). Hija de un conductor de autobús, dejó los estudios con dieciséis años al no poder costearse la Universidad, y comenzó a trabajar como técnica de histopatología en un hospital. Se casó con un artista —pintor—venezolano y emigró a Canadá donde, siendo esposa y madre, continuó trabajando con microscopios. De regreso a Londres, se especializó en microscopía electrónica, un tipo de microscopía que permitía ver partículas tan pequeñas como los virus. En particular, fue pionera en el uso de una técnica que, usando partículas que se unían a anticuerpos que a su vez se unían a los virus, permitía acceder a lo nunca visto, nunca mejor dicho.

Algo así como cuando el checoslovaco Antonin Panenka usó el disparo picadito en parábola, y por el centro de la portería, para lanzar un penalti ganador en la final de la Eurocopa de 1976 contra Alemania del Oeste. Nunca antes se vio nada igual pero, una vez visto, muchos jugadores continuaron usando su técnica para tirar penaltis al estilo panenka, con mayor o menor fortuna.

Observando unas muestras biológicas en el microscopio electrónico, June detectó unos virus que eran diferentes al resto, con un halo alrededor a modo de corona. Cuando envió las fotos para publicarlas en una revista científica, rechazaron su artículo argumentando que aquellas nuevas formas víricas no eran más que unas imágenes deformadas del virus de la gripe. Cuando finalmente le dieron la razón, en 1966, June bautizó a ese nuevo tipo de virus con el nombre de coronavirus.

A pesar de no haber podido desarrollar la carrera académica que le hubiera gustado, June Almeida, en los años cuarenta y cincuenta, se abrió paso en un mundo de hombres consiguiendo reconocimiento y éxito profesional. No tuvo la misma suerte Ana Carmona Ruiz, conocida como Nita (de Anita), que nació en 1908. A Nita Carmona le encantaba practicar ese juego de pelota con el que se divertían los marineros ingleses en el puerto de Málaga, donde su padre trabajaba como estibador. Tanto le gustaba el football, que se cortaba el pelo y se vendaba los pechos para jugar en el Sporting Club de Málaga.

Nita no jugaba todos los partidos, solo aquellos fuera de casa, para que no fuera reconocida. Contaba con la complicidad y la aprobación del Padre Míguez, fundador del club, que no veía nada de malo en que aquella muchacha disfrutara de su pasión por patear una pelota. Más tarde jugó en el Vélez F. C., donde fue bien recibida por sus compañeros, que le pusieron el apodo de veleta porque, antes de cada partido, su sexo cambiaba de lado como si el viento de Levante pasase a Poniente. Nita vivió el fútbol escondida, pero aprovechó un día de Carnaval para hacerse una foto marcando tetas y cadera con la camiseta de su querido Sporting Club de Málaga. Nita Carmona murió a los treinta y dos años de tifus, una enfermedad de origen bacteriano, que hoy en día está prácticamente erradicada. Ochenta años más tarde, Nita hubiera sobrevivido al tifus y hubiera podido disfrutar del juego que le apasionaba, aunque en tiempos de COVID-19 tendría que volver a cortarse el pelo, y a vendarse los pechos, para poder jugar un partido de Liga.

Gracias a Juan Jesús Hurtado Navarrete (http://velezedario.blogspot.com) por rescatar la historia de Nita Carmona y las fotos.

Este capítulo pertenece al libro «Raticos de Coronavirus», a la venta en AMAZON