Capítulo 22. AEROSOLES: Mágico y Emilio

Las microgotas, o “microbalones”, de Flügge tienen especial protagonismo en los eventos de supercontagio, o eventos donde se contagia un gran número de gente. Algunos científicos han propuesto que todo evento en el que se contagien más de ocho personas se considere un evento de supercontagio26. Esta misma temporada hemos visto ocho goles en un solo evento. Como la victoria del City de Guardiola al Watford por 8-0, con Agüero, Bernardo Silva, David Silva, Mahrez y De Bruyne desatados. Nada nuevo para Guardiola, que con su “cruyffquiano” 3-4-3 en la pizarra ya le metió ocho al Almería en el 2011, con un hat-trick de Messi. En el 2015, el Real Madrid también le metió 8-0 al Malmoe en Liga de Campeones, con cuatro goles de Cristiano Ronaldo y tres de Benzema.

Menudos equipazos. Sin embargo, en el fútbol profesional, y no digamos ya en el amateur, te puedes encontrar goleadas aun mayores. Una de las mayores goleadas oficiales es la de Australia a Samoa Americana (la Samoa pequeña) en un partido de clasificación para el Mundial del 2002. Australia ganó 31-0, con trece goles de su delantero Archie Thompson. Thompson, con cuarenta y un años, fichó en el 2019 por el Racing Murcia, equipo de categoría Regional Preferente entrenado por David Vidal. Thompson pronto se dio cuenta de que no es lo mismo que te meta la pierna un zagalón de Cieza (Murcia) que un imberbe polinésico, y al poco tiempo regresó a Australia.

También podemos encontrar grandes goleadas en eventos de supercontagios del primer SARS26. El doctor chino Liu Jianlun, que trató a pacientes del brote de SARS-CoV-1 del 2003, acudió a una boda familiar en Hong Kong y metió nada menos que “trece goles” a otros invitados que también estaban alojados en el Hotel Metropole26. Con el SARS-CoV-1 se vivió otra buena goleada en un vuelo de Air China, en el que despegó una persona infectada en Hong Kong y aterrizaron dieciséis contagiados en Beijing26.

Durante la COVID-19 se han registrado muchos eventos de supercontagio. Siguiendo la lógica de las microgotas de Flügge, recintos cerrados con mucha gente, hablándose de cerca o cantando, son de alto riesgo, pero también habría que llevar cuidado en lugares abiertos muy masificados donde la gente hable en voz alta, exclame y cante, como ocurre en manifestaciones o en estadios de fútbol.

Jonathan Kay, un periodista canadiense, a base de llamadas y de documentación, investigó y clasificó algunos eventos de supercontagio. Como resultado, Jonathan recogió información de cincuenta y ocho eventos de supercontagio en veintiocho países diferentes. De los cincuenta y ocho eventos, nueve fueron en servicios religiosos, algo que pondría en riesgo a jugadores religiosos practicantes como fue Kaká, que tras ganar la Liga de Campeones con el Milán clavó las rodillas en el estadio Olímpico de Atenas descubriendo una camiseta donde se leía: «Yo pertenezco a Jesús».

Otros seis eventos de supercontagio estaban relacionados con reuniones de negocios, donde grupos de gente interaccionaban cara a cara. Pero sin duda el premio a los eventos supercontagiosos más frecuentes se lo llevan las fiestas (bodas, cumpleaños, etc.) con diecinueve de los cincuenta y ocho eventos registrados, casi un tercio. Sitios cerrados y con música alta que obligan a acercarse para hablar con otra persona son lugares ideales para ser goleados con SARS-CoV-2. Hay tanta documentación de fiestas de futbolistas, que no sabría con quién quedarme, pero a todos nos vienen a la cabeza jugadores como Ronaldinho, o como Mágico González, que cerraba los bares de Cádiz en compañía de Emilio, su amigo enano. Jugadores para los que un confinamiento sin fiestas resultaría especialmente duro.

Por último, es importante mencionar que también aparecen funerales entre los eventos de supercontagio frecuentes (cinco de los cincuenta y ocho). Suceden en lugares cerrados, donde la gente se aproxima y se abraza, y además hay estudios que muestran la presencia de SARS-CoV-2 en las lágrimas27. Esto puede ser algo anecdótico en mitad de la crisis de la COVID-19, pero no deja de tener una tremenda carga simbólica. Una pandemia que se ha llevado la vida de miles de personas, las cervezas con los amigos, los viajes, o los abrazos, también penaliza el llanto. Esto es cruel, porque las tristezas empiezan a curarse con un buen puñado de lágrimas, como las de Maradona tras perder Argentina la final del Mundial de Italia 90, o las de Morientes cuando España fue eliminado del Mundial de Corea 2002.

Cuando salgas a la calle en este periodo de adaptación a la normalidad, acuérdate de evitar los “goles” de Flügge, y de no jugar ningún partido donde te pueda caer una goleada. Acuérdate también de que hasta los más grandes lloran y de que, llorando en soledad, los “microbalones” de Flügge están en tu campo y no haces gol a nadie, así que puedes darte el gusto. Quizás llorar nos ayude a atravesar la tristeza, que, según el poeta libanés Khalik Gibran, “es la valla que separa dos jardines”.

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