El código genético, de la quinta de Pelé

Durante los años 60, mientras Pelé ganaba mundiales, se descubría y se consolidaba el código genético. Anteayer, como quien dice. A este descubrimiento contribuyó el español y premio Nobel Severo Ochoa, que se nacionalizó estadounidense para poder investigar allí.

Este código nos explica como combinando cuatro elementos del ADN (moléculas conocidas como A, T, C y G) en grupos de tres, usando el ARN como molécula mensajera, se dan las instrucciones a la célula para colocar un aminoácido u otro, como ladrillos, para formar una proteína. Así, por ejemplo, el código CCA coloca el aminoácido P (Prolina), y el código CGA coloca el aminoácido R (Arginina). Cuando el virus se replica y hace copias de su código (en este caso es de ARN directamente, que usa U en lugar de T), se puede equivocar y colocar una G en lugar de la C del medio. De esta manera, el código CCA pasa a ser CGA, y por lo tanto se colocaría una R en lugar de una P en la proteína. Pues esto es lo que ocurre con la mutación estrella de la variante delta, la P681R, que coloca una arginina donde tendría que haber una prolina. Como los aminoácidos tienen distinto tamaño, y además la R es un aminoácido con carga positiva, la proteína se deforma. Queda una marca, como le quedó marcada la cara a Ribery después de un accidente de tráfico a los dos años.

 Al virus normalmente no le gustan esos cambios, pero si alguno le hace más eficiente se lo queda. Si un fichaje funciona y hace mejor al equipo se queda. Así permanecen las mutaciones que cambian las proteínas del virus para mejorarlo. Al virus sobre todo le funcionan bien las mutaciones en la proteína espiga, que es la que sobresale de su envoltorio para unirse a unos receptores de células humanas, los ACE2, e infectar nuestras células.

@raticosdefutbol